¿SE ESTÁ alterando realmente el clima? Muchos temen que sí. El doctor Peter Werner, especialista en meteorología del Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto del Clima, dice: “Cuando observamos el clima mundial —los extremos en precipitaciones, inundaciones, sequías y tormentas— y notamos su evolución, podemos decir con razón que dichos extremos se han cuadruplicado en los últimos cincuenta años”.
Un buen número de personas piensan que los fenómenos atmosféricos anómalos son prueba de un calentamiento global, es decir, de que el llamado efecto invernadero está haciendo estragos. La Agencia para la Protección Medioambiental, de Estados Unidos, explica: “El efecto invernadero es el aumento de temperatura que experimenta la Tierra porque ciertos gases de la atmósfera (vapor de agua, dióxido de carbono, óxido nitroso y metano, por ejemplo) retienen la energía del Sol. Sin tales gases, el calor volvería al espacio y la temperatura promedio de la Tierra descendería unos 33 °C”.
Sin embargo, numerosas personas afirman que el hombre ha alterado este proceso natural sin darse cuenta. Un artículo de Earth Observatory, publicación digital de la NASA, señala: “Por décadas, las fábricas y los automóviles han lanzado a la atmósfera miles de millones de toneladas de gases de efecto invernadero [...]. Muchos científicos temen que la mayor concentración de gases de efecto invernadero ha impedido que salgan de la Tierra otras radiaciones térmicas. En esencia, estos gases retienen el exceso de calor dentro de la atmósfera terrestre de modo muy parecido a como el parabrisas de un auto retiene la energía solar que entra en él”.
Los escépticos afirman que tan solo un pequeño porcentaje de las emisiones de gases de efecto invernadero son producidas por el hombre. Sin embargo, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), grupo de investigadores patrocinado por la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, informa: “Cada vez hay más pruebas, y más contundentes, de que la mayor parte del calentamiento que se ha observado durante los últimos cincuenta años es atribuible a actividades humanas”.
El climatólogo Pieter Tans, de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, dice: “Si tuviera que cuantificarlo con una cifra, yo diría que el 60% es culpa nuestra. [...] El restante 40% se debe a causas naturales”.
Posibles consecuencias del calentamiento global
¿Cuál ha sido, pues, el patente resultado de la acumulación de los gases de efecto invernadero que produce el hombre? Casi todos los científicos concuerdan en que la Tierra se ha calentado. ¿Ha sido muy drástica esta subida de temperaturas? Según el informe del IPCC para el año 2001, “las temperaturas de la superficie del globo han aumentado entre 0,4 y 0,8 °C desde finales del siglo XIX”. Muchos investigadores creen que este leve aumento pudiera ser la explicación de las serias alteraciones climáticas que experimentamos.
Hay que admitir que el sistema meteorológico terrestre es sumamente complejo, y los científicos no pueden decir con certeza cuáles son los efectos —si los hay— del calentamiento global. No obstante, muchos creen que debido a dicho calentamiento se ha producido un aumento en las precipitaciones en el hemisferio norte, grandes sequías en Asia y África, y un incremento en la frecuencia del fenómeno El Niño en el Pacífico.
Hace falta una solución global
Dado que muchos consideran que el problema lo ha causado el hombre, ¿no puede este solucionarlo? Varias comunidades ya han promulgado leyes para limitar las emisiones contaminantes de automóviles y fábricas. Sin embargo, estas medidas, aunque encomiables, han tenido muy poca repercusión. Como la contaminación es un problema global, la solución también tiene que ser global. En 1992 se celebró la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro (Brasil). Diez años después, en 2002, tuvo lugar en Johannesburgo (Sudáfrica) la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, a la que asistieron unos cuarenta mil representantes, entre ellos un centenar de mandatarios.
Tales conferencias han contribuido mucho a que exista un consenso general entre los científicos. El periódico alemán Der Tagesspiegel explica: “Mientras que entonces [en 1992] la mayoría de los científicos tenían sus dudas respecto al efecto invernadero, hoy día casi nadie lo cuestiona”. Aun así, el ministro de Medio Ambiente de Alemania, Jürgen Trittin, nos recuerda que todavía no se ha encontrado la verdadera solución del problema. “De modo que Johannesburgo no debe ser solo una cumbre de palabras —subrayó—, sino también de acciones.”
¿Puede detenerse el daño ecológico?
El calentamiento global es tan solo uno de los muchos problemas ecológicos que se le plantean a la humanidad. Pero es mucho más fácil hablar de resolver el asunto que lograrlo. “Ahora que finalmente nos hemos dado cuenta del terrible daño que hemos ocasionado al medio ambiente —escribe la etóloga británica Jane Goodall—, estamos extremando nuestro ingenio para hallar soluciones tecnológicas.” Pero al mismo tiempo advierte: “La tecnología por sí sola no basta. También tenemos que poner el corazón”.
Volvamos al problema del calentamiento global. Las medidas anticontaminantes son costosas, y, normalmente, las naciones más pobres no pueden sufragarlas. Algunos expertos temen que, en vista de las restricciones en el consumo de energía, las industrias decidan trasladarse a los países pobres buscando una mayor rentabilidad. Por tanto, incluso los líderes con mejores intenciones se encuentran en un aprieto, pues si protegen los intereses económicos de sus respectivas naciones, sufre el medio ambiente, y si abogan por la protección del medio ambiente, ponen en peligro la economía.
Por ello, Severn Cullis-Suzuki, del panel asesor de la Cumbre Mundial, afirma que si queremos que cambie la situación, todos tenemos que poner de nuestra parte. “Los verdaderos cambios medioambientales los lograremos nosotros —dice ella—. No podemos depender de nuestros líderes políticos. Tenemos que ver con claridad cuáles son nuestras responsabilidades y cómo podemos lograr que se produzca el cambio.”
Es razonable esperar que los seres humanos respeten el medio ambiente. Pero no resulta fácil conseguir que efectúen los cambios necesarios en su vida. Para ilustrarlo: casi todo el mundo reconoce que los automóviles contribuyen al calentamiento global. Por eso, puede que alguien desee utilizar menos su vehículo o prescindir por completo de él. Pero tal proceder no es fácil. Como señaló recientemente Wolfgang Sachs, del Instituto de Wuppertal para el Clima, el Medio Ambiente y la Energía, “todos los lugares que desempeñan un papel importante en la vida cotidiana (el lugar de empleo, el jardín de infancia, la escuela o el centro comercial) quedan tan lejos que uno no puede arreglárselas sin auto. [...] La cuestión no es si uno quiere tener un auto o no. La mayoría no tiene otra alternativa”.
Algunos científicos, como el profesor Robert Dickinson, de la Escuela de Ciencias Atmosféricas y de la Tierra del Instituto de Tecnología de Georgia, temen que tal vez ya sea demasiado tarde para salvar el planeta de las consecuencias del calentamiento global. Dickinson opina que aunque la contaminación cesara hoy mismo, los efectos de los abusos perpetrados en el pasado contra la atmósfera perdurarían durante por lo menos otros cien años.
En vista de que ningún gobierno ni nadie a título individual puede resolver los problemas ecológicos, ¿quién tiene la solución? Desde tiempos remotos la gente ha pedido ayuda al cielo para controlar el clima. Por ingenuas que fueran dichas tentativas, revelan una verdad fundamental: la humanidad necesita ayuda divina para resolver estos problemas.